Un 22 de febrero, pero de 1904, hace hoy 120 años, nacía en la vecina Toro, Adela Tejero Bedate. Más conocida por Delhy Tejero. Para los que no hayáis oído nunca su nombre, os resumimos: Delhy Tejero fue una gran pintora, dibujante y muralista española del siglo XX.
En unos días, el 2 de marzo, arrancará en el Museo Patio Herreriano una muestra dedicada a parte de su obra. Así que, para ir abriendo boca vamos a hablaros ligeramente de quién fue y qué pintó Delhy Tejero.
Sobre la artista
Delhy Tejero (22 febrero 1904, Toro – 10 octubre 1968, Madrid) nació en una familia culta oriunda de Toro. Fue la segunda de tres hermanas y perdió a su madre cuando aún era una niña. Ya en Toro recibe clases de dibujo en la Fundación González Allende, pero por entonces su formación parte del campo y su entorno. Esto será muy importante en su obra, ya que siempre dedicará una especial atención al paisaje, a lo rural y a las tradiciones de su tierra.
Con 20 años publicó su primera ilustración en ‘El Noticiero de Toro’ y realizó su primer trabajo pagado como ilustradora para ‘El Liberal’ de Madrid. Al poco se trasladó a Madrid para iniciar sus estudios en la Escuela de Artes Oficios, donde más tarde será profesora interna de pintura mural. Al mismo tiempo ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde cuatro años después saldría con el título bajo el brazo de «Profesor de Dibujo y Bellas Artes».
¿Sabías que fue la única mujer en participar en la primera exposición de arte abstracto realizada en Santander junto a Miralles y Saura, entre otros? Su curiosidad y creatividad la llevo a recorrer y transitar todos los estilos que en su camino se cruzaron.
En su formación tuvo como maestros a Julio Romero de Torres, Domenech o Moreno Carbonero, entre otros. Fue en este periodo también cuando reside en la Residencia de Señoritas madrileña. A lo largo de su vida viajó a diferentes lugares, como Francia, Marruecos o Italia. Su trabajo arrancó con la ilustración pero pronto empezó a realizar pinturas y murales. Sus murales decoraron un comedor infantil en el Pardo, la Iglesia del Plantío, un oratorio en Aranjuez, la Capilla de la Delegación Nacional y el cine del Palacio de la Prensa de Madrid.
¡Oh! mi alma gitana, ¿que haré con ella? ¡Incansable, joven, hambrienta, indomable, caprichosa, mística, profana, andariega, quieta, sábia, ignorante, desordenada, amiga del orden!
La obra de Delhy Tejero
¿Sabías que no siempre firmó con el mismo nombre? Al inicio de su carrera, en las rúbricas de sus cuadros se podría leer Adela Tejero. No fue hasta 1929, después de llevar ya una buena temporada trabajando como ilustradora para muchas de las grandes revistas de la época, cuando empieza a firmar como Delhy.
Su primera exposición individual fue en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en 1932. En ese año fue también la primera vez en la que fue premiada con una medalla en Artes Decorativas. Consiguió la tercera medalla y fue or su obra «Castilla«, con un fuerte estilo regionalista.
Si por algo se caracteriza la obra de Delhy Tejero es por su actitud ecléctica. En sus trabajos podemos encontrar desde estilos regionalistas a la abstracción, el surrealismo o el informalismo, pasando por el decó o incluso retazos del cubismo. Ese eclecticismo le permite transitar entre tendencias y géneros con naturalidad. Encontramos también así obras más figurativas o en las que el retrato juega un papel primordial, mientras que en otras es el paisaje el protagonista o, en ocasión, son simplemente las líneas y el color de una abstracción las que envían el mensaje. Llegó incluso a tener una etapa espiritualista hacia el final de su carrera.
Como curiosidad, en una de sus estancias en Francia se relacionó con los surrealistas, llegando a exponer junto a Miró, Domínguez, Man Ray, Chagall, Klee, etc. Corría el año 1939 y la exposición llevaba por título ‘Le rêve dans l’art et la littérature’ (El sueño en el arte y la literatura). Las obras que allí expuso Delhy no llegaremos a contemplarlas, ya que ella misma las destruyó posteriormente, a su regreso a España.
Sueño con pintar con los colores puros, sin ensuciarlos. No como los impresionistas, que los mezclan por proximidad en el cuadro. Sueño tal vez con un mundo que no es el que vemos, porque la realidad es toda sucia y mezclada. El Arte nuestro no debe de ser una reproducción de esa realidad. Ha de extraer y reunir, aunque sea con estridencia, las cosas limpias y puras.
El pintor moderno, si quiere, puede ser clásico; el clásico no debe ser moderno; está es la diferencia.
El arte no descansa ni se detiene; ahora debiéramos estar en la pintura atómica.
120 años (y unos días) después de llegar a este mundo, Delhy Tejero llegará a Valladolid en una exposición que se podrá visitar en el Museo Patio Herreriano hasta el 9 de septiembre.
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